jueves, 11 de septiembre de 2008

Donde empieza el chantaje

"No me toques la pituitaria con esas tonterías. Déjame, porras, que me estás tocando mucho la pituitaria y no tengo ganas de que me mamonees más. Venga ya".

Y el otro seguía vacilándola y haciéndole carantoñas, mientras andaban por la calle delante de mí. Ninguno de los dos tendría más de 20 años y se supone que iban jugando, sobre todo él, con toqueteos, empujoncitos... Lo que suelen hacer los tórtolos que se ponen tontos un día de paseo.

Yo me quedé con ellos al escucharle a la chica lo de la pituitaria. Me hizo gracia, por lo cursi, este trueque tan fino del ¡No me toques las narices!

Como él no dejaba el mamoneo, ella se lo soltó:

¡O me dejas de dar la coña o no follamos en una semana. Te va a pasar como la semana pasada cuando no me acompañaste a comprarme la camisa!

Lo dijo tan fuerte y tan de aquella manera que estuve a punto de recogerlo en mi casa.

Pero no hizo falta, se replegó a los deseos de la chica y siguieron caminando delante de mí como si aquello fuera lo más normal del mundo.

Cómo aprenden desde pequeñitos, la una y el otro. Qué pena.

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